ATMÓSFERA DIGITAL, SANTO DOMINGO.- Se gastará abundante tinta
proclamando si perdió Leonel o si ganó Danilo en la reunión del martes del
Comité Político del Partido de la Liberación Dominicana, pero me parece que no
sólo perdió el PLD, sino y, sobre todo, la institucionalidad democrática y el
concepto de la separación de los poderes.
La repartición de cargos, con cuatro años de antelación, de
las presidencias de las cámaras legislativas, el mensaje que envía es que el
Congreso Nacional no tiene importancia alguna, que ese “primer” poder del
Estado no va a “molestar” al Ejecutivo ejerciendo sus funciones de control ni
de análisis de sus actuaciones.
Perdió el PLD, porque se impuso la distribución de los cargos
de la piñata nacional, consolidando la división interna y aparentemente
posponiendo lo inevitable en una cohabitación cada día más incómoda.
Pero el país pierde más, porque acabando de otorgar un
mandato abrumador a ese partido, esperaba que lo acogiera con responsabilidad,
y no con la alegría del borracho de poder.
Éticamente hablando, la presencia de dos hermanos encabezando
poderes del Estado es una anomalía que bien pudo subsanarse con un poco de
sentido común que, como se ha demostrado una vez más, es el menos común de los
sentidos.
Finalmente, llama la atención que un partido que por más de
diez años ha congelado los cambios en la administración pública, decida “rifar”
por adelantado las posiciones congresuales.
Es evidente que el PLD necesita renovarse éticamente. Es su
única salida ante una crisis que puede afectar severamente su legitimidad.
Adriano Miguel Tejada.
atejada@diariolibre.com.
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