SANTO DOMINGO, República
Dominicana.- Desaparecidos del espectro político Juan Bosch, Joaquín Balaguer y
José Francisco Peña Gómez, la vida partidaria tomó un giro donde el peso
específico de las ideas no constituye el fundamento de la competencia.
Dirigentes excepcionales levantaron sus propuestas, dieron un sello ideológico
a su participación, cometieron los errores de la época y desde el variopinto de
militancias que caracterizaron la cultura partidaria, con posterioridad al 30
de mayo de 1961, todos tenían en común vincularse al activismo sin asociarlo a
la acumulación económica.
No existe en la historia de éxitos
y trascendencia política exponentes que consiguieron sus metas amparados
exclusivamente en la fuerza del dinero. Inclusive, aquellos que lograron
avanzar bajo la sombra del factor financiero, nunca concretaron carreras
efectivas debido al déficit de herramientas esenciales como el carisma,
formación y conexión con las masas.
El afán de acumulación no guarda
proporción con el dominio de los ejes temáticos del debate y las limitaciones
formativas empobrecen el panorama creando las condiciones para que el ejercicio
político haya sido tomado por un club de cartagineses en capacidad de estimular
al resto y construir en la sociedad, el argumento que tanta fuerza tiene: los
recursos, sin importar el origen, edifican liderazgos barriales, provinciales,
nacionales, y desde allí, el gran salto a cualquier aspiración.
Cuando Freddy Beras ridiculizaba
algunos exponentes de la clase política construyó en Morrobel un “modelo”. La
cruda verdad es que el fenómeno ha sido superado y en el Congreso, alcaldías,
liderazgo partidario y potenciales aspirantes retratan la desgracia un sistema
en vías de colapsar porque su dinámica no privilegia el talento, la preparación
y vocación de servicio. Por eso, el secuestro de las organizaciones y desdén
por incorporar reglas de calidades validadas en la sociedad y resistidas por
los clanes de los partidos que imponen a “los suyos” e instauran un régimen de
vinculaciones gansteriles dentro de su operatividad institucional.
El día que los ciudadanos conozcan
las tuberías de complicidades alrededor de los partidos y sepan al detalle los
alcaldes asociados a compañías de basura, congresistas empleados de grupos
empresariales, dirigentes de oposición con contratos de almacén fiscal en
aduanas, magistrados envueltos en negocios de suplir combustibles, fondos de
partido pagando pasajes aéreos a empleados del tribunal electoral, millones de
galones de gasoil exonerados a personajes de las altas cortes y familiares de
líderes insignes distribuyendo canastas navideñas por montos millonarios,
estarían dadas las condiciones para la emergencia de un vengador social que se
levante en medio de tanta degradación y podredumbre.
Tenemos que evitar que los
partidos se constituyan en plataforma de negocios. Lamentablemente, una parte
de los articuladores de la actual realidad social construyen escenarios para
validar los exponentes de lo peor de la clase política. Por eso, el afán por
enriquecerlos, y de reverso, la intrascendencia del adversario y la asegurada
derrota en las urnas.
Publicado por Robinson Castro.
@zamberos.
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