Señor Leonel Fernández Reyna, Presidente del Partido de
la Liberación Dominicana.
Todo lo que diga ahora lo
he dicho antes. Lo he dicho en mi condición de militante del Partido de la
Liberación Dominicana, de integrante de su Comité Central, de diputada al
Congreso Nacional, como ciudadana, y sobre todo como dominicana, hija de esta media
isla a la que admito y quiero con sus luces y sus sombras. Y lo he dicho y
hecho con el ejemplo de tantos y tantas que llegaron hasta el sacrificio
supremo por una mejor vida para quienes la habitamos, y con la clara conciencia
de que la vida y la política también significan enfrentar a quienes por
demasiados años han impedido, y pretenden seguir haciéndolo, nuestro progreso,
nuestro desarrollo y nuestra democracia.
La política no es hija de
la razón, la política es siempre un asunto de interés. Y cuando llega el
momento de reconocer que la utilidad de nuestras acciones e intenciones es cada
día más lejana, y hasta contradictoria, con las del Partido que ustedes
dirigen, hace falta simplemente reconocer que es la hora de abandonar esa
permanente tensión que me impide dedicarme efectivamente a lo que considero los
temas más decisivos en esta hora del país.
No es mi intención
provocar ningún debate. Se sabe de antemano de su imposibilidad. Tampoco lo
intentaré en el futuro. Los temas del país son otros. Mejor dicho, es otro.
El futuro de República
Dominicana me convoca. Me convoca su democracia tan dependiente todavía de
prácticas que quisiéramos superadas. Me convoca la crisis institucional cada
vez más a la vista de todos y todas. El descrédito de la política me convoca
junto a la falta de credibilidad de tantos representantes populares y el
aumento inmoral de la pobreza. Me convoca la lucha por mejores gobiernos, por
un mejor poder legislativo, por mejores gobiernos municipales, por una justicia
independiente.
Me voy del PLD, pero no me
voy de la política. Vengo de un hogar donde adquirí conciencia de la necesidad
del compromiso con los demás, donde aprendí la solidaridad sintiéndola primero
y para siempre conmigo ante el dolor de la pérdida fruto de la arrogancia, la
intolerancia, el despojo y la crueldad.
Me quedo en la política
cumpliendo mis obligaciones como legisladora, de acuerdo con el mandato
Constitucional: “Las y los senadores y diputados no están ligados por mandato
imperativo, actúan siempre con apego al sagrado deber de representación del
pueblo que los eligió, ante el cual deben rendir cuentas.”
Me quedo en la política
para hacer lo que prometí hace unos meses con motivo de un acto que fue,
también, un reconocimiento de mis deudas, una reafirmación de mis compromisos y
mi decisión de cumplir con mi deber:
“El primer paso para
ascender hoy a las “escarpadas montañas de Quisqueya”, para alcanzar su pico
Duarte, la más elevada de todas, quizás consista en reconocer que la línea que
nos divide ya no es la que trazaron los llamados grandes caudillos. Hoy,
avanzado el siglo XXI, tenemos el desafío de reconocernos en lo que en realidad
debe unirnos: la defensa de los Derechos Humanos, la lucha contra la pobreza,
la justicia, la democracia y la paz”.
Tan segura estoy de que
esos principios e intenciones son ajenos al PLD, que le solicito tome nota de
mi renuncia a esa organización política.
Minou Tavárez Mirabal.
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